May 9th, 2025
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Una colisión aérea fatídica acaecida en enero entre un helicóptero militar y una aeronave de pasajeros, aunada a subsiguientes percances, ha conminado a los burócratas a focalizarse en la rehabilitación del vetusto entramado de control del tráfico aéreo de la nación y en la captación de personal de control de vuelo adicional.
Al hacerlo, aducen, coadyuvaría a salvaguardar la incolumidad y a obviar las vicisitudes que han aquejado al aeropuerto de Newark, Nueva Jersey, desde que su sistema de radar experimentara un fugaz colapso la semana pasada.
El titular de la cartera de Transporte, Sean Duffy, prevé desvelar este jueves un plan plurimillonario tendiente a la reestructuración del entramado de control del tráfico aéreo nacional, concomitantemente con los esfuerzos denodados de la Administración Federal de Aviación por solventar sin dilación los escollos tecnológicos y de dotación de personal en Newark, procurando así precaver la recurrencia de coyunturas críticas análogas en otros enclaves.
En el crisol de la disrupción, se decanta una evidencia inapelable: la senectud de un sistema lidia, a duras penas, con la plétora de más de 45.000 vuelos que surcan a diario el firmamento nacional.
La incertidumbre planea sobre la viabilidad financiera del plan de Duffy, respaldado por el presidente Donald Trump, y si logrará granjearse la asignación presupuestaria del Congreso para trascender la eficacia de las iniciativas reformistas precedentes de las últimas tres décadas. No obstante, Duffy arguye la imperiosa necesidad de su propuesta, a pesar de la ingente inversión de más de 14.000 millones de dólares destinada a mejoras desde 2003, que, empero, no ha logrado alterar sustancialmente el modus operandi del sistema.
"Nos encontramos inmersos en un proceso de rectificación exhaustiva que culminará en la edificación de un sistema integral, concebido con miras a beneficiar a la totalidad de ustedes, a sus respectivos núcleos familiares y, por extensión, a la ciudadanía estadounidense en su conjunto", manifestó Duffy.
No obstante, la vacuidad de pormenores resulta manifiesta, con especial opacidad en lo concerniente a la posible disposición privativa del sistema de control aéreo, una iniciativa que Trump secundó en su gestión pretérita y que Duffy ha evitado poner en relieve. Se prevé que el proemio del jueves concite la afluencia de miríadas de sindicatos, presumiblemente adversos a tal privatización, a la par que de consorcios industriales, legados sectoriales y deudos de las víctimas del siniestro acaecido en enero.
El sistema ha operado con una eficiencia meramente adecuada durante años, lo que ha permitido que todas las administraciones subsiguientes lo releguen a un segundo plano, según el profesor Sheldon Jacobson de la Universidad de Illinois, un avezado estudioso de los riesgos aeronáuticos. "No obstante, una suficiencia precaria resulta manifiestamente insuficiente cuando la seguridad aérea está en entredicho, habida cuenta de la inconmensurabilidad del valor de las vidas humanas en juego."
Jacobson mantiene una postura escéptica respecto a la viabilidad de la propuesta de Duffy, si bien la coyuntura podría virar hacia un refortalecido respaldo a raíz de sucesos recientes como la colisión entre un reactor de American Airlines y un helicóptero del Ejército sobre Washington D.C. el pasado enero, así como el siniestro de una aeronave que volcó e incendió en Toronto.
Las vulnerabilidades inherentes del sistema de gestión del tráfico aéreo nacional han sido repetidamente puestas de manifiesto a lo largo de los años a través de diversos informes y comparecencias. Recientemente, una auditoría de la Oficina de Rendición de Cuentas Gubernamental, divulgada en marzo, dictaminó que 51 de los 138 sistemas de la FAA se catalogaban como insostenibles, con otros 54 calificados como potencialmente insostenibles. Una disrupción acaecida en 2023 en el sistema NOTAM (Notice to Air Missions) de la FAA precipitó la suspensión total de los vuelos en todo el territorio nacional por un lapso superior a las dos horas.
"Lidiamos con un sistema obsoleto y contamos con una infraestructura anticuada," adujo el ex CEO de Continental Airlines, Frank Lorenzo, coadyuvante en el establecimiento de un importante centro en Newark que United Airlines conserva años después de la adquisición de Continental. "Verdaderamente, no le hemos prodigado la atención que menester."
El presidente de la Asociación Nacional de Controladores de Tráfico Aéreo (NATCA) expuso ante el Congreso la dependencia, al menos parcial, de la infraestructura de telecomunicaciones de la Administración Federal de Aviación (FAA) en más de 4.600 emplazamientos en cableado de cobre obsoleto, en detrimento de líneas de fibra óptica de mayor fiabilidad y capacidad de transmisión de datos, cuya interrupción imprevista provoca de forma recurrente paralizaciones terrestres en aeropuertos y parece haber sido el detonante de los inconvenientes experimentados en Newark.
El sistema de radar empleado por el control del tráfico aéreo de Filadelfia para vectores de aeronaves con destino y origen en el aeropuerto de Newark experimentó una interrupción operativa, con una duración mínima de treinta segundos, el 28 de abril, presuntamente atribuible a una disrupción en las transmisiones de datos de radar procedentes de Nueva York a través de infraestructuras, algunas de las cuales consisten en líneas telefónicas de cobre obsoletas, en virtud de la dependencia de la FAA de dichas interconexiones tras el traslado del personal de control de Newark de Nueva York a Filadelfia en el estío precedente para subsanar déficits de personal.
La Administración Federal de Aviación (FAA) anunció el miércoles su intención de acometer la sustitución del cableado de cobre obsoleto por fibra óptica, así como la implementación de tres nuevas líneas de transmisión de datos en el corredor Nueva York-Filadelfia. Concomitantemente, la agencia se halla inmersa en la optimización de sus programas de formación y acreditación para controlares adicionales.
La duración intrínseca de cada etapa del proceso sigue siendo indeterminada, aunque Duffy ha manifestado su expectativa de que la coyuntura operacional en Newark experimente una mejora sustancial para el estío, coincidiendo con la proyectada clausura de una intervención constructiva de gran calado en la infraestructura de pista. Paralelamente, una cohorte de controladores aéreos permanece en situación de baja prolongada debido a secuelas postraumáticas derivadas del incidente de interrupción del sistema de radar, lo cual ha exacerbado significativamente el déficit de capital humano en la terminal de Filadelfia.
En réplica, la FAA ha mermado el caudal aéreo con destino a y procedente de Newark con el fin de salvaguardar la operativa de los vuelos, lo cual ha generado una plétora de cancelaciones. Duffy, a mayor abundamiento, señaló que la FAA se congraciará con todas las compañías aéreas para dirimir la capacidad de absorción del aeródromo. El miércoles, Newark se erigió en líder nacional con 42 despegues y 46 aterrizajes anulados, de acuerdo con los registros de FlightAware.com. Esta circunstancia se materializó incluso después de que United suprimiera 35 frecuencias diarias en la terminal desde el pasado fin de semana.
La FAA, en el marco de su programa Nextgen, instaurado en 2003, ha emprendido un perfeccionamiento paulatino, con hitos como el sistema ADS-B, que facilita una geolocalización aeronáutica de precisión milimétrica para controladores y aeronaves coadyuvantes, y cuya ausencia de transmisión de la ubicación del helicóptero Black Hawk en el instante de la colisión lo ha erigido en un foco neurálgico de la investigación del siniestro acaecido en enero.
Por añadidura, Duffy ha emprendido iniciativas para catalizar la contratación de controladores aéreos, constriñendo el lapso de incorporación a la academia y optimizando los índices de rendimiento discente. Paralelamente, la FAA está incentivando a los controladores veteranos con gratificaciones, buscando mitigar la propensión a la jubilación anticipada.
Un obstáculo fundamental para la modernización de la infraestructura aeronáutica estriba en la exigencia de que la FAA sostenga la operatividad del sistema vigente al tiempo que concibe uno novicio, y subsiguientemente articule una metodología para la transición sin fricciones; he ahí, en parte, la ratio subyacente a la inclinación pretérita de la agencia por implementaciones de naturaleza más incremental.
El problema ha persistido durante décadas. Lejos de ser atribuible a la desidia, su intrincada naturaleza intrínseca ha eludido la resolución, tal como puntualizó Jeff Guzetti, exinvestigador de accidentes y antiguo miembro del despacho del Inspector General del Departamento de Transporte, donde sus esfuerzos se focalizaron en la aviación. "Y se requiere una inversión financiera sustancial y una administración sagaz. La FAA, de hecho, ha padecido crónicas privaciones tanto de recursos pecuniarios como, en ciertas coyunturas, de una dirección eficaz a lo largo de los años."
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