Ante la ralentización económica y la exacerbada competencia que deprime los precios, las corporaciones europeas están implementando drásticos ajustes de costes y contrayendo sus inversiones en China, según revela una encuesta anual de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en el gigante asiático.

La ralentización de la economía china, exacerbada por una crisis inmobiliaria larvada y la creciente oposición de Europa y Estados Unidos a su pujante superávit exportador, ha tenido un impacto deletéreo en dichas corporaciones.

El sondeo revela que las subvenciones estatales han incentivado una hiperinversión en sectores como el de la electromovilidad, generando un superávit de oferta en relación con la demanda solvente; esta plétora ha desatado virulentas guerras de precios y ha compelido a las empresas a la prospección de mercados allende sus fronteras.

En el contexto europeo actual, se cierne la inquietud de que una escalada en las importaciones chinas pueda comprometer la viabilidad de las industrias autóctonas y erosionar las tasas de empleo; en respuesta, la UE ha decretado la imposición de aranceles punitivos a los vehículos eléctricos de origen chino, esgrimiendo la existencia de subsidios estatales desleales, al tiempo que la encuesta evidencia un declive persistente tanto en la confianza del empresariado como en la rentabilidad operativa.