Lukas Furtenbach, alpinista de renombre internacional, orquestó una de las ascensiones más expeditivas al Everest jamás registradas, liderando un contingente británico y valiéndose de la controvertida terapia con gas xenón para optimizar el rendimiento y la aclimatación, cuyo itinerario comprendió la partida desde Londres el 16 de mayo, la consecución de la cumbre el 21, y el retorno a suelo patrio apenas cuarenta y ocho horas después.

El tratamiento profiláctico con gas xenón, destinado a mitigar el riesgo de edema pulmonar de altitud en alpinistas, ha suscitado una controversia considerable y es objeto de escrutinio por parte de las autoridades nepalíes competentes en materia de montañismo, tras haber sido utilizado por escaladores que se preparaban para la ascensión mediante aclimatación hipóxica en cámaras especializadas y la administración de dicho gas noble en un centro clínico alemán.

Furtenbach postula que la minimización de la exposición temporal en entornos alpinos podría mitigar la huella ecológica, comprendiendo una merma sustancial en la acumulación de residuos antropogénicos; empero, puntualiza que la implementación del gas xenón nunca se materializó en el contexto nepalí, aseverando la demostrabilidad de su inocuidad fisiológica para los alpinistas.