Tras el fiasco del lanzamiento de un destructor naval, las autoridades norcoreanas han procedido a la detención de cuatro altos funcionarios, un revés que Kim Jong Un ha tildado de negligencia criminal de proporciones mayúsculas; este inusual episodio, dado el secretismo y la infrecuencia de purgas públicas por fallos técnicos en el ámbito armamentístico o militar, pone de manifiesto la férrea voluntad del líder supremo de apuntalar su programa de modernización y disciplina interna. Durante la ceremonia inaugural en el puerto de Chongjin, el destructor de 5000 toneladas sufrió daños estructurales de envergadura al ceder un soporte de transporte en la popa, provocando el vuelco parcial y la subsiguiente inmersión del buque, un espectáculo que desató la furia del mandatario, quien fulminó con la acusación de incompetencia a militares, científicos y operarios del astillero, elevando el incidente a la categoría de