En una demostración superlativa de resiliencia y virtuosismo, Carlos Alcaraz rubricó una remontada épica en la final del Abierto de Francia, desbaratando una desventaja inicial de dos sets y conjurando tres puntos de partido en contra para doblegar al encumbrado Jannik Sinner. La consecución de este triunfo, erigiéndose como su quinto Grand Slam en otras tantas finales disputadas y su segundo entorchado consecutivo en Roland Garros, inscribe a Alcaraz en el panteón de los elegidos, convirtiéndolo en el noveno jugador en la Era Abierta capaz de insurreccionarse ante una desventaja de dos sets para alzarse con la victoria en una final de Grand Slam; este vigésimo título en la fulgurante trayectoria del tenista murciano, con tan solo 22 años, se fraguó en un duelo maratoniano de 5 horas y 29 minutos, erigiéndose como el más extenso en la Era Abierta del torneo parisino. A pesar de la derrota, Sinner evidenció una deportividad ejemplar, cediendo incluso un punto a Alcaraz durante el undécimo juego, un gesto que subraya su hidalguía; la presencia en las gradas de luminarias como Dustin Hoffman, Natalie Portman, Spike Lee, Pharrell Williams, George Russell y Antoine Dupont testimoniaron la magnitud del evento.