Según datos del Departamento de Comercio, el sector minorista estadounidense experimentó un retroceso del 0,9% en mayo, tras una leve contracción del 0,1% en abril; este declive se imputa primordialmente al desplome de las ventas automovilísticas, un fenómeno reactivo al repunte observado en marzo, cuando los consumidores, anticipándose a la imposición del arancel del 25% promovido por la administración Trump sobre vehículos importados y sus componentes, buscaron mitigar su impacto económico. No obstante, y pese a la erosión de la confianza del consumidor, la estabilidad inflacionaria y las exiguas tasas de desempleo podrían apuntalar un gasto moderado en los venideros meses; en este sentido, las ventas excluyendo los sectores de la gasolina, la automoción y la restauración exhibieron un avance del 0,4% el mes pasado, insinuando una persistente, aunque matizada, propensión al consumo de bienes discrecionales. Si bien numerosas categorías comerciales sufrieron significativas mermas, los minoristas en línea, las tiendas de indumentaria y los establecimientos de mobiliario constataron un incremento en su volumen de ventas, en un contexto donde la preocupación por la escalada de precios derivada de las políticas arancelarias trumpistas se erige como factor determinante en la retracción del gasto minorista global.